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Emilia Vergara, feminista: "El activismo también es un privilegio"

08-03-2023

La cofundadora de la Fundación Niñas Valientes trabaja para hacer visible la violencia y la inequidad de género.

"Hoy las niñas desde los 6 años creen que son menos inteligentes que los niños yeso es brutal", sostiene.

El frío, la brisa helada y los días cortos (se oscurece a las 17 horas) siguen siendo la tónica, a comienzos de marzo, en Londres, la capital europea donde vive, hace casi dos años, Emilia Vergara (28) junto a su marido José Manuel Moller, fundador de Algramo. Esta ingeniera comercial de la U. de Chile, cofundadora y exdirectora ejecutiva de la Fundación Niñas Valientes actualmente trabaja como Youth Funding Officer en el Hub Global de la ONG Plan Internacional, cargo al que llegó luego de terminar un máster en la University College of London (UCL) en "Educación, género y desarrollo internacional".

Desde este puesto, Emilia promueve los movimientos y la participación de niñas y jóvenes activistas y se dedica a la entrega de recursos para estos grupos que buscan una transformación social en algunos de los 80 países donde está presente esa fundación Internacional.

Desde su niñez, relata, le llamaron la atención los temas relacionados con la justicia y participó en proyectos sociales en el colegio y en el centro de alumnos. Pero el nacimiento de su activismo en temas de equidad de género comienza en su época universitaria, en la Facultad de Economía y Negocios de la U. de Chile, donde, a través de encuentros de reflexión, se acerca al feminismo.

"Mi contexto social el privilegio y es importante reconocerlo. Viví una niñez muy privilegiada, en un colegio que afortunadamente me potenció ciertos valores que estaban alienados a esta justicia social", señala. "Lo que más me movilizó fue sentir que yo gozaba de algo que era sumamente injusto, porque el haber tenido una vida segura, libre de muchas violencias simplemente era por la suerte de dónde había nacido y eso, para mí, era inconcebible".

En el último año de su carrera se une a Nerea Ugarte y juntas crean —en 2018— la fundación que busca contribuir al respeto de la igualdad de derechos y oportunidades para los niños, niñas y adolescentes, desde el acompañamiento a los colegios para lograr una educación no sexista. También buscan generar participación a través de la Red Niñez Valiente, con niñas desde los 8 años en adelante.

¿Con qué te encontraste cuando comenzaste con la Fundación Niñas Valientes?

—Me encontré con poco reconocimiento de las violencias y las desigualdades que sufren niños y niñas. También con mucha resistencia de parte de la sociedad y las comunidades educativas a hablar de esto. Hoy, estos temas están en la boca de las familias, de la sociedad y en las políticas públicas. Sin embargo, es momento de que en Chile pasemos al "mujerismo" al compromiso real y transformador por la igualdad de género. ¿De qué nos sirven las cuotas o reducir las brechas salariales si aún tenemos problemáticas estructurales de las que no nos hemos hecho cargo?

La cofundadora de la Fundación Niñas Valientes trabaja para hacer visible la violencia y  la inequidad de género. "Hoy las niñas desde los 6 años creen que son menos inteligentes que los niños y eso es brutal", sostiene.

¿Cuáles son esos temas estructurales en los que nos falta avanzar?

—Es fundamental una educación que promueva la igualdad de género, no sexista, que se haga cargo de manera integral de esos temas a nivel curricular y también relacional. Hay una necesidad estructural en temas de cuidados, de las labórela domésticas que hoy caen en los hombros de las mujeres, una desigualdad brutal de la que tenemos que hacernos cargo y trabajar en torno a las normas sociales; ese es el gran desafío, cómo bajamos esas conversaciones complejas, con términos desconocidos a lo cotidiano. La violencia de género también ocurre en la mesa de cada hogar, en el trayecto de tu casa al trabajo, en los medios en las políticas públicas. Es necesario ver qué estereotipos hay, qué aprendizajes de la sociedad dicen cómo tiene que ser una mujer, qué le corresponde, qué rol tiene que tomar, cómo tiene que actuar. Necesitamos hacer micro cambios que van a permitir tener una sociedad que luego pueda encarnar estas transformaciones en políticas públicas.

¿Cuál es tu opinión de lo que ha hecho el gobierno del Presidente Boric, en este primer año, en esta materia? Su candidatura se proclamó feminista e incluso llevó a la ministra de la Mujer al Comité Politico.

—Evalúo de manera positiva lo que este gobierno ha podido hacer en educación y género. Tener un profesor como ministro de Educación y una feminista en el ministerio de la Mujer y Equidad de Género habla de que las cosas se están haciendo distinto y da esperanza de que haya avances transformadores. Asimismo, ha sido un año complejo para la educación en Chile. Pese a todo, se ha logrado posicionar la materia de género dentro de las prioridades.

—Sin embargo, un informe del Banco Mundial ubicó a Chile en los peores lugares en Latinoamérica en materia de equidad de género.

—Es una muy buena radiografía respecto a la realidad de nuestro país y da cuenta de los problemas estructurales que mencioné. Es un llamado a la urgencia, necesitamos acciones específicas y transformadoras. Ya no bastan las declaraciones.

Educación sexual integral

—Estuvimos dos años con los colegios cerrados por la pandemia, cómo influyó en los temas de género?

—Los estudios y la evidencia comprueban que las niñas y jóvenes del país enfrentaron un alto índice de violencia de género y sexual. El encierro hizo que hubiera casos de abuso sexual y también físico. Con el retorno a las clases de manera presencial se observó un problema de salud mental . Por eso hemos visto la necesidad de retomar la urgencia de una educación sexual integral, más que nunca.

—El ministro de Educación anunció que dentro de las prioridades estaría la alfabetización en sexualidad para todos los niveles.

—Veo con mucha esperanza este tipo de iniciativas y conversaciones. No podemos pensar en la reactivación educativa si olvidamos la afectividad y sexualidad, porque este tipo de programas son acciones concretas para avanzar en la igualdad de género y en la prevención de la violencia. Responde al currículum y al ciclo vital de los estudiantes y, al mismo tiempo, con una mirada integral, promueven el conocimiento y el empoderamiento de los estudiantes para que tomen desiciones de manera responsable. Y no solo para prevenir infecciones de transmisión sexual.

—Algunas críticas a estos programas es que pueden ser un adoctrinamiento hacia una cierta mirada ideológica y sesgada, que no incluya los valores familiares, de los proyectos educativos o las diferentes creencias religiosas.

—Parte de las transformaciones que necesitamos es que de manera colectiva y diversa construyamos estas soluciones para que nos hagan sentido, para que respondan a las distintas comunidades educativas. La educación chilena es laica, pero esto no significa que se pase a llevar la libertad de las familias de elegir los proyectos educativos que se acerquen a ciertos valores y creencias. Es importante abrir la discusión, siempre garantizando el bien superior del niño. Chile está al debe en ese sentido. Hay que entender que, si no garantizamos esa educación, los niños la van a buscar de otra manera. Hoy están llenando esa necesidad de información ¿cómo? a través de la pornografía, de internet, de las redes sociales y ¿queremos que esto sea lo que educa a los niños y las niñas? Hay un tema de salud y de responsabilidad social que hay que abordar para que esa información que están recibiendo sea responsable y garantice ciertos mínimos que prevengan situaciones de violencia y abuso.

"En el mundo del activismo hay mucho ego"

¿Cómo es la realidad en Londres en temas de género en la educación? cuáles son las principales diferencias con lo que pasa en Chile?

—Chile está al debe en temas de política educativa. Es necesario promover una educación en igualdad, que tome medidas de equidad. Igualmente hemos tenido grandes logros como mujeres, no sólo chilenas, las mujeres latinoamericanas somos un ejemplo mundial en temas de activismo y de organización vinculadas a la igualdad de género y al feminismo. Nos están mirando desde otros países. Sin embargo, esto no se ha logrado plasmar, como quisiéramos en las políticas públicas y este es el contraste que veo en países europeos progresistas, que tienen estas grandes políticas y compromisos, pero carecen de la organización y el activismo.

¿Cómo observas el mundo del activismo femenino en Chile?

—En Chile tenemos el gran desafío de movilizar lo colectivo, porque en el mundo del activismo hay mucho ego, tendemos a resaltar las individualidades, se destaca a una mujer, pero ¿a qué mujer estamos destacando? a las mismas privilegiadas que han llegado a esos espacios, porque, muchas veces, el activismo también es un privilegio. Una mujer que tiene que trabajar triple jornada laboral, que está a cargo de su familia, no tiene tiempo para ser activista, para movilizarse por estos temas. También hay un desafío de cómo hacemos visibles a los territorios, mostrar organizaciones de mujeres que , de manera grupal, llevan años en estos movimientos.

"Calladita te ves más bonita"

¿Cuáles son los errores más comunes que seguimos cometiendo los padres en la educación de nuestros hijos?

—No me gusta hablar de errores porque los adultos no hemos tenido las herramientas para no equivocarnos. Las situaciones que son importantes de prevenir tienen que ver con reproducir ciertas normas y estereotipos de género. Hoy ocurre mucho que separamos las acciones si nuestro hijo es mujer y hombre y en esto hay mucha oportunidad de cambiar acciones de una manera fácil. Muchas veces también comentamos ideas que refuerzan estos roles, como " los niños no lloran" o "calladita te ves más bonita", ideas que van quedando en el inconsciente de ese niño o niña que tienen consecuencias en la manera que ellos se desarrollan.

—Y los niños replican lo que ven en la casa...

—Claro, y si una niña escucha que "calladita te ves más bonita" o ve que sólo la mamá cumple labores domésticas, o de cuidado, es muy probable que aprenda eso y crea que su rol en la sociedad es ese. Entonces se va alejando de los espacios de participación, porque piensa que no le corresponden, que su opinión es menos valiosa que la de sus compañeros. Hoy las niñas desde los 6 años creen que son menos inteligentes que los niños y eso es brutal.

—En una consulta de la Fundación Niñas Valientes, sorprende que el 91% de las niñas afirma que alguna vez ha dejado de hacer algo por su apariencia física, en comparación con los niños que sólo corresponde al 49% y el 43% respectivamente. ¿Cómo nos apelan estos resultados?

—Esto tiene que ver con una realidad social que le hemos enseñado a las niñas y mujeres: que su apariencia física es más importante que lo que tienen que aportar a la sociedad. La publicidad, la televisión, van de manera sutil instalando esta idea de que lo que más importa es que la mujer flaca es bonita y las niñas crecen pensando que eso es lo que tienen que alcanzar. ¿Para qué sirve que levante la mano en clases si lo que en verdad importa es cómo me veo? incluso ¡qué vergüenza levantar la mano porque significa que me van a mirar! Cuando hablamos de igualdad de género, ¡basta de pensar que hablamos de brechas salariales, de las cuotas, estamos hablando de la realidad en que crecen miles de niños y niñas en nuestro país.

—En e último Festival de Viña la comediante Pamela Leiva recibió un beso, sin su consentimiento, de un notero de TV, el que inmediatamente fue despedido del canal.

—Esto es un tipo de agresión hacia las mujeres. Es importante que el canal haya tomado una decisión rápida y responsable respecto de este tipo de acciones, porque entregamos el mensaje de que esto es intolerable. Dejamos de normalizarlo, ya no es chistoso. Hemos avanzado como sociedad.

¿Cuál debería ser el mensaje para los estudiantes este 8 de marzo, Día de la Mujer?

—Hay que pensar este día también por las niñas. Es importante generar diálogos intergeneracionales. También es un llamado a ver lo que ocurre dentro de las comunidades educativas, hacer actividades que nos inviten a conversar por qué estamos conmemorando este día, cuáles son las desigualdades que les toca vivir a diario. En la medida que identifiquemos y visibilicemos estas desigualdades dejaremos de normalizarlas.

Nota publicada en La Segunda

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